Un quiste tirogloso es una masa o nudo cervical que se forma partiendo de restos de tejidos y células. Estos excesos de tejido se generan antes de nacer, durante el desarrollo del embrión, después de que se forme la glándula tiroides.
Se trata de un tumor de componente benigno, cuyo interior es líquido. Generalmente se sitúa en la parte alta del cuello, cerca del hueso hioides. Sin embargo, puede ubicarse también por encima o por debajo.
Suele diagnosticarse de manera más habitual en niños y preadolescentes. En muchas ocasiones se manifiesta tras una infección en las vías respiratorias, ya que la enfermedad provoca que se inflame y cause dolor.
Aunque se trata de un quiste que acompaña al paciente desde su nacimiento, en muchas ocasiones no se manifiesta hasta al cabo de los años. En más del 50% de las ocasiones se diagnostica antes de los 8 años de edad. Sin embargo, puede no manifestarse durante la infancia y dar los primeros síntomas en una persona adulta.
Causas del quiste tirogloso
El quiste tirogloso es un trastorno congénito, es decir, que está presente ya desde el momento del nacimiento. Este remanente es debido al proceso de formación de la glándula tiroides, cuando la persona está todavía en el vientre materno.
Durante la formación del embrión, se conforma también la glándula tiroides. Ésta se genera en la raíz de la lengua para, posteriormente, desplazarse hasta el cuello por a través de un trayecto que se denomina conducto tirogloso. Una vez que la glándula tiroidea se ha desplazado, el conducto desaparece.
En ocasiones, en cambio, pueden permanecer algunos restos de tejido celular en el trayecto que recorrió la glándula. Estos residuos crean unos nichos, llamados quistes, que pueden albergar líquido o moco. Si estos quistes llegan a infectarse, se inflaman y pueden acabar generando problemas para deglutir. También podrían taponar los conductos de paso del aire creando trastornos a nivel respiratorio.
Síntomas del quiste tirogloso
Los síntomas más habituales de un quiste tirogloso son:
- Un pequeño abultamiento redondeado y blando que se presenta en el cuello
- Complicaciones respiratorias o problemas para tragar
- Pequeña grieta en la piel que rodea el quiste, que puede supurar mucosidad
- Si el quiste está infectado:
- Coloración rojiza del bulto
- Sensibilidad al tacto
- Inflamación
- Fiebre
Como apuntábamos al principio, estos son los síntomas más recurrentes del quiste tirogloso. Sin embargo, pueden manifestarse de forma distinta en cada niño.
Ante todo hay que saber que el quiste tirogloso puede mantenerse sin sintomatología durante años. Si tras esta fase asintomática el quiste se infectara, podría aumentar su volumen rápidamente, enrojecerse e, inclusive, llegar a supurar. Es lo que se denomina fístula tiroglosa.
Además hay que tener en cuenta que los síntomas que hemos mencionado también pueden darse en otros trastornos, enfermedades o quistes distintos al tirogloso. Por tanto, ante cualquier sospecha, es imprescindible realizar una consulta con un médico, que será quien deba diagnosticar la raíz del problema.
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