El término proctalgia fugaz fue utilizado por primera vez por Thaysen en 1935. Schuster proporcionó una excelente descripción de la manifestación clínica. Hay inicio súbito del dolor durante el día o la noche. Los pacientes pueden ser despertados por el dolor varias horas después de haber iniciado el sueño. El dolor varía en intensidad, pero con frecuencia es intolerable. Los síntomas son de corta duración, desde pocos minutos hasta menos de media hora. La duración, aunque varía de un paciente a otro, es constante en un paciente dado. La descripción del dolor en algunas ocasiones es como mordiente, triturante, en forma de cólico, agudo o de estrangulación. El dolor se localiza en la región rectal por arriba del ano y varía de lugar de una persona a otra, pero es constante en una misma persona. Los síntomas desaparecen espontáneamente sin dejar residuos, con excepción de una sensación débil, después de los episodios muy fuertes. No hay trastornos intestinales asociados, como alteración en los hábitos de defecación, tenesmo ni parestesia.
Se desconoce la etiología de la proctalgia. Se ha sugerido que se debe a espasmo de los músculos del elevador.
Entre los episodios no se observa ninguna anormalidad física. La falta de alguna anormalidad objetiva sugiere que cuando menos en parte, si no es que en todos los casos, ésta tiene un origen psicogénico. En un estudio efectuado por Pilling y asociados de 48 pacientes con proctalgia fugaz, se reveló que la mayoría de los pacientes tenía ocupaciones de tipo profesional o administrativas. Se observó que eran perfeccionistas, nerviosos y tensos; además tuvieron una frecuencia relativamente alta de síntomas neuróticos en la niñez; y eran de inteligencia por encima del promedio. En opinión de Pilling y colaboradores, la tendencia de este grupo de individuos nerviosos y perfeccionistas a somatizar los conflictos emocionales a través del tracto gastrointestinal por medio del dolor, es una fuerte evidencia de que la proctalgia fugaz es de origen psicogénico.
El tratamiento de esta condición no es satisfactorio. Se ha mencionado que la presión fuerte hacia arriba en el ano proporciona cierto alivio. Otras medidas que se han usado son los baños calientes de asiento, provocar una evacuación intestinal, insertar un dedo en el ano, o administrar un enema. Estas maniobras probablemente sirven sólo para que pase el tiempo en una enfermedad en la que la duración del dolor es autolimitada. También se ha usado la inhalación de nitrato de amilo o nitroglicerina sublingual. Para los pacientes que tienen ataques nocturnos repetidos, se han recomendado dosis de quinina por la noche.
La importancia de llegar a un diagnóstico correcto es la de evitar alguna equivocación y un tratamiento erróneo subsecuente; por otro lado, hay que tranquilizar al paciente asustado y perplejo, asegurándole que la enfermedad está reconocida y que no es ningún síntoma precursor de malignidad. Desafortunadamente, la apreciación escéptica pero realista de Douth-Waite es cierta: la proctalgia fugaz “es inocua, desagradable e incurable”.
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